Transcordilleras: El desafío ciclista extremo de Laurens ten Dam
Publicado por Guest Blogger el 20.03.24
Los inmensos Andes, 1.045 kilómetros, 20.000 metros de altitud... la Transcordilleras es un reto que pone al límite el cuerpo y la mente. Por eso, la ultrarruta colombiana le va como anillo al dedo a Laurens ten Dam. Cambia de marcha cuando se da cuenta de que lleva cinco horas de retraso con respecto a Robert Britton, el ex profesional canadiense, después del punto de control 1.
En la región entre Vélez y Puerto Berrío, las temperaturas se disparan hasta los 43 grados centígrados. Mantenerse fresco en este horno se convierte en la máxima prioridad de Laurens. Desesperado, se mete bajo una ducha al aire libre en el jardín de unos desconocidos. El agua está tan caliente que se podría cocer un huevo en ella. Una cabaña de emergencia para vaqueros de paso -con una vieja nevera que contiene refrescos de cola- le ofrece finalmente la salvación.

Tras un breve descanso, Laurens continúa su ruta por la tarde, con temperaturas en descenso. Alrededor del kilómetro 560, se toma tres horas de sueño. Lo que Laurens aún no sabe es que Britton también lo ha pasado increíblemente mal y lleva cuatro horas tumbado en el mismo pueblo. ¡De nuevo en carrera! El actual líder, el ecuatoriano Xavier Chiriboga, que acaba de ser avisado por un rastreador defectuoso, no ha descansado nada y abandona él mismo.
En el punto de control 2, kilómetro 780, Laurens va en cabeza. Se fija como objetivo un hotel situado 80 kilómetros más adelante, en Fredonia, y llega allí sólo cinco horas más tarde debido a lo accidentado del terreno y a una larga subida. Después de tres cuartos de hora, Laurens se despierta sobresaltado al darse cuenta de que todavía tiene que cambiar los cargadores. Al borde de la cama, ve que Britton está a sólo dos kilómetros. ¿Qué hacer ahora: volver a dormir o reanudar la carrera?

En mitad de la noche, Laurens sale del hotel y recoge rápidamente al aguerrido Britton. El canadiense no tiene agua y debe buscarla. Laurens, como líder, se prepara para un final para morderse las uñas, aderezado con una subida larga y empinada a 80 kilómetros de la meta, un descenso complicado y, a partir de ahí, una carretera relativamente tranquila de 50 kilómetros hasta la línea. Ya no tiene noción del tiempo, y mucho menos de la ventaja sobre Britton. Sintiéndose perseguido, se estrella en una curva embarrada. Vuelve a centrarse en la carrera, se dice a sí mismo.
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Los habitantes del pueblo de Sante Fe de Antioquia acaban de empezar el día. Una joven en un banco mira sorprendida al cargado ciclista que entra tan alocado en la plaza, sólo animado por tres hombres de la organización. No hay multitudes, ni oradores, ni aplausos. A Laurens no le importa; la victoria es suya tras menos de 73 horas de aventura. Ocupa el otro banco libre como lugar de descanso para las próximas horas.
